Miyo Vestrini: Imborrable huella del desamor
Una niña, viaja para
conocer o desconocer una nueva cultura, la del tercer mundo. Donde vivirá y se
reinventará cuando haya comprendido su viaje. Tal es el caso de la escritora y
poeta Miyo Vestrini, Nacida en Francia en 1938, quien a los nueve años de edad
emigra a Venezuela con su madre, padrastro y su hermana.
Marcada por diversos
conflictos de carácter familiar, cultural y emocional, por no encontrar en este
mundo el amor que ella aprendió, seguramente, en Neruda, en Éluard, o en algún
registro perdido de la Generación del 27 española, Miyo decide vomitar esas
palabras que le causan nauseas, a través de una poesía fría y directa.
En 1960, a la edad de 18
años comienza a formar parte del grupo Apocalipsis del Zulia. Una época en que
Venezuela aun no escapaba del protagonismo machista, en diversos ámbitos,
también en la literatura. Detrás de Hesnor Rivera y a César David Rincón,
rostros más visibles de este grupo, está el de Miyo Vestrini, quien más tarde sonreirá
o llorará con su escritura.
No se conocen trabajos
poéticos de Miyó durante Apocalipsis, pero la semilla plantada en el Piel Roja
vio florecer en 1971 su primer libro Las historias de Giovanna, al que
siguieron El invierno próximo (1975), Pocas virtudes (1986) y Valiente
ciudadano (1994), este último publicado tres años después de su trágica
desaparición en 1991.
En estos tres poemarios,
Vestrini nos presenta una poesía directa, no muy rozada de metáforas, para
expresar: situaciones, momentos, y
sentimientos, descritos de una manera tan precisa y exacta, que no
resulta difícil distinguir furia de pasión; o
el desprecio del deseo.
En su primer libro “Las
historias de Giovanna”, Miyo hace un acertado esfuerzo por encajar en esa historia,
allí, se asoma una Giovanna muy parecida a Miyo. En el prologo del libro “Todos
los poemas” de Vestrini, escrito de la mano de Julio Miranda, quien expone: Una mujer cuenta--recuerda—inventa la
vida de otra-- implicándose-- reflejándose --desdoblándose--a sí misma en el
relato.
Pero Giovanna ya no
puede inventar nada,
Ni sentarse al lado del
hombre dormido
Esperando que llegue el
alba.
Como tú ahora
Ella mira por la ventana
y tiembla de frio.
En las historias de
Giovanna, Miyo nos presenta una estructura narrativa combinada con el verso y
la prosa, Al leerlo estamos frente a un cuento con párrafos, y de pronto
estamos frente a una estrofa.
En el poemario “Invierno Próximo (1975)” ya soplaban vientos
de incomprensión en el ambiente que rodeaba a Miyo, Vientos que despertaron un
espíritu desquiciado que escribe:
Estudio con sumo cuidado las diferencias entre dirritmia,
psicosis, esquizofrenia, neurosis, síndrome, pánico-
Y me arrecho
En este poemario, Miyo
muestra el desarraigo con la cultura europea, si bien nos presenta un invierno
con colinas, paramos, matas de sábila, azulejo, también nos presenta un barco, un puerto, tabernas griegas, y
andenes de Paris.
En “Pocas Virtudes
1986”, los 27 poemas son breves, combinando
con frecuencia el verso y la prosa, casi igual que en Las historias de
Giovanna, pero de manera menos regular.
Este poemario Miyo
escribe: Para Salvador, quien fue su
amigo y compañero de piso, en el edificio Sebucán, en Caracas. En el poema “Sólo tú dirás, amigo mío” escribe:
De los esplendores
de los fervientes y puros deseos
del estallido secreto en nuestras bocas
de la curvatura dulce en el cuerpo que despierta
Sólo
tú dirás
El escritor y poeta Francisco Arévalo, en un texto titulado: Siempre Miyo Vestrini, escribió: “Un año después estaba yo en el apartamento de Ludovico Silva y ella pasó rasante, vivía creo que en el edificio de al lado, en Sebucán, donde también vivía Salvador Garmendia, cómplice y amigo hasta la inconsciencia”.
En Valiente ciudadano, poemario póstumo, el cual se publico en 1994, se torna el texto más duro de cuantos conforman su obra. Una dureza, a veces, implacable, terrible, inicua. Quizás tratando de arrancar de su alma toda la rabia acumulada para partir ligera, suave como lo soñara en su juventud.
En este cuarto poemario, Miyo nos trae un lenguaje más urbano y domestico, si se quiere, podemos tropezar con palabras como: supermercado, restaurantes, autobuses, y otras como: bañarme, vestirme, cocinar.
Vestrini, agotada por el vivir desviviendo, pide a Dios poner fin al dolor y que la muerte se reafirme como una esperanza diferente a la vida:
Dame, señor, una muerte que enfurezca
Dame, señor, esa muerte de la intemperie que sorprende y tranquiliza.
Una muerte tan ofensiva
Como a los que ofendí
Lo poético resulta de una suerte de mixtura de elementos bastardos. Trae “la calle” al poema, lo que sin duda no se aleja de su intenso trabajo periodístico.
En este poemario, Vestrini es militante de la muerte, cree con fuerza en ella y no le teme, incluso la busca, la llora, la espera. Zanahoria Rallada, es el poema que escribe después de un intento de suicidio en el que escribe:
El primer suicidio es único.
Siempre
te preguntan si fue un accidente
o un
firme propósito de morir.
Te
pasan un tubo por la nariz,
con
fuerza,
para
que duela
El
29 de noviembre de 1991, se suicidio con una sobredosis de Ritrovil, un
ansiolítico para crisis convulsivas y espasmos infantiles.
En
el texto Biográfico de la muerte de Miyo Vestrini se escribió: El cuerpo
vestido y calzado reposaba en la bañera, el agua la rebosaba, flotando hallaron
una estampa de San Judas Tadeo, en el tocadiscos un LP de Roció Durcal. Fuera,
encima de la mesa, estaban dos notas, una para su hijo Ernesto, y otra que
decía: Señor, ahora ya no molestare más. Los dejare ser felices.
El
escritor venezolano, y articulista del diario El Nacional, Alberto Barrera
Tyszka , escribió un poema sobre la muerte de la poeta, llamado “Miyo”.
Miyo/Alberto B. Tyszka
Que
las palabras pierdan su envoltura.
Que
todo estalle.
Que
cada imagen se abandone
a
una imagen más líquida
y
definitiva
que
sólo existe ya,
por
fin,
un
ángel
dormido
bajo el agua.
Muy
poco se supo sobre la muerte de Miyo Vestrini, ya que para ese entonces en
Venezuela el suicidio era un tema tabú. Su poesía se ha encargado de ampliarnos
el panorama, de decirnos que ese hastió por la vida moderna la condujo al
suicidio. Hoy, a pesar de su desaparición física, sigue viva a través de su
obra poética, como una imborrable huella del desamor.
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